Ilustrísimo Sr Alcalde, señores concejales y demás autoridades,
queridos paisanos y amigos:
El
pasado mes de junio recibí una llamada por teléfono del Sr. Alcalde D.
Francisco Porcel Gómez en mi actual domicilio en Albacete que me llenó
de felicidad y alegría. La llamada era para proponerme la realización
del Pregón de las Fiestas de San Cayetano 1998. Me quedé sin poder
decir nada al otro lado del teléfono y después de un instante en
silencio todavía no acababa de creerme que me hiciese tal proposición.
Fue tal mi emoción que no pude contener las lágrimas: "La primera
vez en mi vida que voy a ser pregonero y además en mi pueblo
natal", pensé mientras le escuchaba. Aun así, todavía no me lo
acababa de creer. Pero hoy debo decir que sí es cierto y por eso me
encuentro aquí, entre vosotros, armándome del valor que se me supone
y, dispuesto a cumplir con la misión encomendada con la enorme
satisfacción y el gran orgullo que un acto de estas características me
produce. Sólo espero que estas humildes líneas se encuentren a la
altura que la ocasión merece. y aprovecho aquí para hacer público mi
agradecimiento al Alcalde y a toda la Corporación Municipal que han
tenido a bien honrarme con la distinción de pregonero de las Fiestas de
San Cayetano 1998.
Una vez colgué el teléfono me puse a pensar qué podría decir en el
Pregón de Fiestas. De la emoción se me quedó la mente en blanco y no
era capaz de pensar o escribir algo..., pero pasados unos instantes, en
mi mente empezaron a aparecer imágenes de Gor cuando era un niño y vivía
en la Cuesta de Baza, en las afueras de Gor, cuando iba al cole- gio a
primer curso de EGB teniendo como maestro a nuestro querido y difunto
Don Antonio Pérez Lozano, que en paz descanse, del cual he llevado,
llevo y siempre llevaré dentro de mi un entrañable y especial
recuerdo. Me acordaba de Don Gregorio García, que en gloria esté, una
persona muy querida por mis padres por la gran amistad que tenían tanto
con él como con todos sus hijos y en especial con Manuel, Andrés, José
y Matilde. Me acordaba también del pequeño río que tenía que cruzar
para venir a Gor o para ir a la Cuesta de Baza, de la fuente de los
siete caños y del agua tan buena que tenía, de la plaza del pueblo y
de otras muchas más cosas. Aquellos recuerdos me hacían sentirme feliz
y orgulloso a la vez por haber nacido y transcurrido los seis primeros años
de mi vida en un lugar tan maravilloso y encantador. Desde entonces poco
puedo decir de mis vivencias en Gor ya que mi familia se marchó a vivir
a Agost, un pequeño pueblo de la provincia de Alicante, cuando sólo
contaba con seis años de edad. En muchas ocasiones he deseado venir a
Gor pero pocas se hicieron realidad. Debo reconocer que mi entrega a la
Música como afición, en los comienzos, y como profesión, desde hace
unos doce años, me ha quitado mucho tiempo para todo, no sólo impidiéndome
venir a Gor sino también impidiéndome ir a ver a mi familia en Agost
con la asiduidad que hubiera deseado, ya que desde que tenía dieciséis
años, que me marché a estudiar Música a Madrid, he vivido fuera de la
casa de mis padres. Pienso, que después de haber estado conviviendo
durante más de dos tercios de mi vida con la Música, es decir, desde
que tenía diez años, que fue con la edad con la que comencé a
estudiar solfeo, la Música se haya convertido para mí en algo más que
una simple profesión, puedo decir que se trata incluso de una manera de
vivir, de una filosofía de vida. Sin embargo, hace aproximadamente seis
años, durante mi estancia estudiando en Londres, me puse a reflexionar
sobre mi presente y mi futuro, no sólo musical y profesional sino también
personal. Mi presente lo conocía pero mi futuro todavía era algo
incierto. Esa incertidumbre me creaba inseguridad, inseguridad sobre
todo lo que realizaba, pensaba, hablaba,... Fue en aquellos momentos
cuando, muy lejos de mi tierra, inicié una búsqueda. Te- nía que
buscar la causa que me producía esa inseguridad y en esa búsqueda
anhelaba conocer mi pasado. Parecía como si mi futuro dependiese de
ello. Algo había dentro de mí que me decía que debía conocer mi
pasado para seguir adelante en mi caminar en la vida hacia el futuro.
Por mucho que mis padres me habían contado desde niño nunca llegué a
sentirme seguro de saberlo y conocerlo todo. No obstante, debo decir,
que desde que empecé a "tener conocimiento", como dicen mis
queridos padres, siempre ha habido dentro de mí algo que me ha
inquietado y nunca supe lo que era. Durante ese año que viví en
Londres, creí encontrar la respuesta. Había una parte de mi vida que
desconocía y eso me producía una intranquilidad, una inseguridad y una
inquietud en mí que no me dejaba concentrarme en todo lo que realizaba.
Era como querer recuperar aquellas raíces que un día dejé atrás por
circunstancias de la vida.
Cuando regresé a España, me puse al buscar el origen de mis apellidos
y conocer mis antepasados. Comencé a buscar algo que me hiciese
sentirme bien y me tranquilizara. Pero una vez conocido el origen de mis
apellidos y quienes eran mis antepasados, aunque encontré un cierto
sosiego, todavía no era lo que yo necesitaba, no era suficiente.
Necesitaba un reencuentro con mis orígenes. Conocer donde nací,
conocer a mi gente, mi tierra...
Un buen día les propuse a mis padres realizar un viaje a Gor para
conocer el lugar donde nací y los lugares donde estuve cuando era tan
solo un niño. Mis padres se alegraron enormemente de que les hiciera
tal proposición, y mis hermanos, que también deseaban venir, se
alegraron muchísimo.
De esta manera en el mes de agosto del año 1993 mi familia y yo
realizamos ese viaje y ese reencuentro con mis raíces y mis orígenes,
volviendo a mi tierra y viendo a mi gente en Gor . Mientras caminaba por
Gor, me daba cuenta que, aunque habían cambiado muchas cosas, algunas
todavía seguían en el lugar donde estaban cuando era un niño. La
fuente y la plaza del pueblo, la plaza de toros, el pequeño río, que
cruzaba cuando iba de la Cuesta de Baza a Gor, la estación del tren,...
Todo ello me produjo una serie de emociones y sensaciones que no había
experimentado hasta ese momento. Fue verdaderamente una experiencia
maravillosa e incomparable y que no olvidaré jamás mientras viva.
Después de aquella experiencia me di cuenta de que era aquello lo que
realmente necesitaba para tranquilizarme y sentirme seguro de mí mismo
y afrontar el futuro con ilusión y con las ideas claras.
En ese mes de agosto de 1993 volví a ver a mi antiguo maestro Don
Antonio Pérez Lozano, que en paz descanse, a Manuel y a Andrés García,
los hijos de Don Gregorio García. Conocí también a la Asociaciación
Cultural Amigos de Gor, de la que soy socio desde entonces y que está
llevando a cabo una enorme labor social y cultural. Mª Carmen García y
Antonio Pérez, como miembros de la Asociación, me propusieron realizar
algo maravillo para el año si- guiente, el año 1994, para las Fiestas
de San Cayetano: un concierto de Clarinete y Piano en la iglesia del
pueblo, y yo les prometí que así se haría. Al año siguiente, 1994, y
en vísperas de las Fiestas de San Cayetano, se hizo realidad algo con
lo que siempre había soñado: tocar un concierto en mi pueblo, en mi
tierra, con mi familia, con mi gente..., como si de un premio se
tratase, después de haber dedicado tantos años de mi vida a algo tan
bonito como la Música. Con mi clarinete hice lo que, creo, mejor sé
hacer en esta vida, tocar buena música. La iglesia estaba completamente
llena y los aplausos interminables a lo largo de todo el concierto eran
un espléndido regalo para mí. Mi compañero y amigo, el pianista que
me acompañó, Antonio Soria, se quedó asombrado ya la vez encantado
del entusiasmo con el que la gente aplaudía y de la atención y el
silencio que el público mantenía mientras escuchaban las obras que
interpretábamos.
Lo cierto es que, después de tantos años, yo también me quedé
asombrado, asombrado de la gente, de su bondad, de su alegría, vi a un
pueblo moderno con la mirada en el futuro pero viviendo el presente y
sin querer perder su pasado, asombrado de la labor que está realizando
su Ayuntamiento con el Alcalde a la cabeza, de la labor que, como dije
anteriormente, está llevando acabo la Asociación Cultural Amigos de
Gor, con la publicación del Boletín Informativo "Puerta de la
Villa". que ya va por el n° 28 y que cada número es un caudal de
información tan rico sobre Gor de un valor incalculable. Asombrado
también de otras muchas más cosas que sería imposible enumerar aquí.
Espero no haberme salido de la línea de lo que es un pregón de fiestas
al haber hecho un breve recuerdo de mi vida y los lazos que siempre me
han unido a Gor, pero era lo que realmente sentía el día que nuestro
querido Alcalde me propuso tal encargo. Con ello lo que he deseado
expresar, y por supuesto no soy el único ya que entre nosotros se
encuentran muchos en las mismas circunstancias, es lo que he añorado y
sigo añorando a mi pueblo ya todos vosotros viviendo lejos
de aquí. Muchas cosas me han sucedido en la vida pero hay algo que
nunca podré olvidar: el recibimiento y la acogida que la tarde del día
6 de agosto de 1994 mis paisanos me dieron en agradecimiento a mi
regreso, musical aquella
ocasión, a la tierra donde nací. Algo que quiero agradecer viniendo
cada año a las Fiestas Patronales de Gor, las Fiestas de San Cayetano,
para disfrutar estos días junto a vosotros, y para finalizar, como no
podía ser de otra manera, la haré a mi estilo interpretando una pieza
popular de Gor con el clarinete. Pieza que está incluida dentro de una
de las páginas del Boletín Informativo de la Asociación Cultural
Amigos de Gor "Puerta de la Villa", y que con mucho esmero,
paciencia y buen hacer ha recopilado el músico y guitarrista Luis
Miguel Robisco Pérez, al que quiero agradecer personalmente la gran
labor de recopilación que está realizando.
¡VIVA
SAN CAYETANO! ¡VIVA GOR!