Boletín Nº 40 (Agosto de 2002)

 

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EL ALMENDRO: CULTIVO (1ª parte) 
por Dª Josefina-Tomasa Abellán Vota. Abogada e Ingeniero Técnico Agrícola.

                               
        Partimos de que el almendro es un árbol rústico, llamado por algunos autores colonizador, pero necesita como todos un suelo apropiado para vegetar bien. Es éste el que reúne las características siguientes: consistencia media, profundidad bastante, presencia caliza y fertilidad. Aun en los secos, pobres y escasos en materia orgánica, prospera a condición de que sean permeables y profundos. En realidad no hay suelos pobres, todo es reparable con una buena y adecuada fertilización. El pH idóneo se encuentra entre 7'5 y 9, así pues los suelos ácidos no le van (pH 5 o menor de 5).             Tengamos en cuenta que el suelo es la base que va a recibir la planta y que debe desarrollar su sistema radicular en él. La raíz principal del almendro es pivotante. Y de ella parten las raíces horizontales que se desarrollan enormemente y necesitan una tierra mullida para vegetar bien, sobre todo en la primera fase de su vida en que estas raíces horizontales tienen grosores de décimas de milímetros. Es por ello que en toda plantación debe haber una previa preparación del suelo con labores profundas que lo hagan más poroso y permeable a las posibles lluvias, ayudando al implante y crecimiento de las raíces.
        Por ello es aconsejable un desfonde de 70-90 cm seguido de labores cruzadas que aireen el suelo, labores que se harán el verano anterior a la plantación. Previamente se habrá desinfectado el mismo (si hubo alguna plantación anterior) para eliminar las malas hierbas con las que tendría que competir la pequeña raíz del almendro para tomar el agua. También conviene dar antes un abonado de fondo, así emplearemos abono orgánico bien humificado a razón de 20 Tm./Ha. Añadiendo también para nuestro terreno 400 Kgs de sulfato potásico (estos suelos son pobres en potasio y el almendro necesita de él para vegetar y posteriormente fructificar la almendra, que al contener cantidades importantes de potasio las toma del suelo al que hay que añadir este elemento si queremos conseguir unas almendras buenas). La aportación de calcio puede ser menor, pues estas tierras son ricas en Ca y puede emplearse un superfosfato de Ca a razón de 1000 Kgs/Ha.
        Con ello tenemos el suelo para el marqueo; se aconseja el tresbolillo de 7 metros en terreno llano, que permite las labores posteriores con holgura, aunque este dato es muy general, ya que habrá que adaptarse a la orografía del terreno a la hora del marcaje (desniveles, terrazas, etc), pero siempre dejando al menos 6 m entre árboles.
        Puede hacerse la plantación sobre hoyos o también sobre surcos con una profundidad no menor de 70 cm. Todo ello ha de hacerse unos meses antes de llevar la planta al campo.
        La elección del plantón o pie debe hacerse cuidadosamente. Todas las plantaciones de más de 40 años en nuestra zona, están sobre pie franco de almendro amargo (más resistente que cualquier otro a las inclemencias naturales), y posteriormente se  injertaba con yemas de la variedad escogida. Actualmente vienen ya injertados sobre pie híbrido. Para nuestra zona no se debe descartar el uso del pie franco amargo.
        Si se hace la plantación con vegetal proveniente de vivero, puede hacerse en cualquier época del año, ya que la planta viene con cepellón o en pot bien preparada; pero en cualquier caso, y aun pecando de tradicional, en mi opinión es mejor seguir plantando en la época invernal.
        
La planta se situará a 15 cm de profundidad sobre tierra bien mullida por las labores ya hechas anteriormente, aporcando y, si viene ya injertada, cuidando de dejar al aire el injerto.
         En cuanto a las variedades, son innumerables las que pueden elegirse. Si nos atenemos a la calidad de la almendra, tomaríamos sin dudar Marcona y Desmayo blanco (Llargueta o Desmai Llargueta), ya que tienen los mejores precios del mercado y efectivamente son las más completas para cualquier uso que se les quiera dar; pero al ser de floración temprana tienen todas las condiciones para que nos quedemos sin cosecha en la primera helada... Por experiencia digo esto, ya que en El Pocico, desde el año 1970, eran las variedades que se cultivaban y que posteriormente hubo que eliminar, haciendo reconversión varietal con otras de floración más tardía aunque menos buenas. En cualquier caso debo confesar que en El Pocico se dejó una hectárea de Marcona x Desmayo blanco para el consumo propio.
           Dentro de las variedades con proyección comercial y más adaptadas a la zona, podemos hablar de la FERRAGNES (también conocida como SAVANNAH), variedad conseguida en Francia por el cruce de la Ai x Cristomorto. El árbol tiene porte erecto y poco ramificado, es de floración tardía y tiene una densidad de floración alta, la flor es blanca y de tamaño medio y se localiza sobre ramilletes de mayo preferentemente; necesita polinización cruzada con Tuono, Guara o Ferraduel. El fruto es de consistencia semidura con un rendimiento del 37-40% y no suele tener frutos dobles. La época de maduración se clasifica como media. Esta variedad se está mostrando de interés comercial y agronómico. Como defecto puede señalarse que en muchos frutos la cáscara salta en dos capas al descascarar y mantiene la humedad fácilmente, por lo que el secado ha de ser cuidadoso para evitar los descuentos por humedad a la hora de vender el producto.
        También tiene interés la variedad TUONO, de origen italiano. El árbol tiene porte medio, poco ramificado y de vigor medio; la época de floración es tardía, produce flores blancas de tamaño medio y se localizan en ramilletes de mayo; la densidad de floración es alta; es autocompatible, pero se recomienda la polinización con Savannah o Guara; da frutos de cáscara dura con un rendimiento del 30-35% y algunas dobles. Tiene genéticamente resistencia al frío, a demás de ser de floración tardía y no es exigente en cuanto a la poda.
          La variedad GUARA fue obtenida por selección de semillas de un árbol de variedad desconocida y realizada en Zaragoza. Es un árbol de porte medio, poco ramificado y de vigor medio. Las flores son blancas de tamaño medio y se sitúan en ramilletes de mayo, floración densa y abundante, y también tardía; es autocompatible, pero se aconseja la polinización, como en las variedades antes descritas, con cualquiera de floración tardía. El fruto es de cáscara dura con un rendimiento del 30-35% y la maduración es tardía; es una variedad que entra pronto en producción y ésta es regular, sin tendencia a la vecería, además es fácil de formar y podar.
           Podemos citar también otras variedades de floración tardía como la MASBOVERA y la FERRADUEL, muy interesantes pero no para nuestro terreno, pues necesitan riego. Las experiencias que se ha realizado en los últimos años para conseguir este tipo de variedades de floración tardía ha dado como resultado una gran cantidad de ellas, pero que ni citamos pues tienen que descartarse por razones técnicas, como son la necesidad de agua, el no soportar suelos calizos, ser poco productivas en ciertos terrenos, etc.

          Elegida la variedad, se buscará un polinizador adecuado. Ya hemos visto que cualquiera de las citadas como aptas para las tierras que nos ocupan pueden polinizarse entre sí. Para ello la plantación se hará poniendo dos filas de una variedad y dos de la polinizadora. Además de ello, en la época de floración se debe acudir a la ayuda de las abejas que hacen bien su trabajo y en la práctica pueden llegar a doblar la producción. Todos hemos observado que hay veces que la almendra de un tamaño no mayor de 1 cm cae del árbol sin haber motivos aparentes; pues uno de ellos y quizás el más frecuente es que la fecundación no haya sido correcta y la almendra no tenga capacidad para continuar su ciclo vegetativo y muere. Para ayudar a la polinización con las abejas, son suficientes 6/7 colmenas por hectárea. Volviendo al problema de las heladas que he dejado para tratar más extensamente en el final de éste artículo, todos sabemos que es el principal enemigo del cultivo de las almendras en nuestra zona. El almendro, para iniciar la floración, necesita cubrir unas horas determinadas de frío acumuladas desde la parada invernal. Las necesidades de frío oscilan entre las 90 y 500 horas con temperaturas de menos de 7º. Las variedades, una vez que cubren sus necesidades de frío, son capaces de florecer si la temperatura ambiente lo permite; por ello las de bajas necesidades de frío suelen tener floraciones precoces, aunque algunas de estas pueden florecer más tarde si se cultivan en ambientes fríos. Respecto a estas necesidades se pueden establecer tres grupos de variedades:
        a) Variedades que florecen con temperaturas ambientales bajas, una vez que han cubierto sus necesidades de frío, como es el caso de la Tuono, y que son de floración tardía.
         b) Variedades que no requieren acumulación de horas de calor, o con necesidades muy bajas, y que florecen después de cubrir sus horas de frío si la temperatura ambiente es adecuada (10 a 15º). Es el caso de la Desmayo Llargueta. Suelen ser de floración precoz o media.
        
c) Variedades que requieren un número bajo de horas de calor acumulado y que sólo brotan con temperaturas ambientales altas (hasta 18º). Es el caso de la Ai. Son las de floración más tardía. Las necesidades de frío invernal, como hemos dicho, cambian de unas variedades a otras. Así la Desmayo Largueta necesita 180 horas, igual que la Desmayo rojo, la Marcona 200, La Tuono 300 y la Savannah 350. De ello podemos sacar conclusiones interesantes: la compatibilidad para la polinización de las que necesitan parecidas horas de frío (Marcona y las dos Desmayo, Tuono y Savannah). Y lo más interesante, la elección de variedades que necesiten más horas de frío, pues lógicamente serán más tardías ( Tuono y Savannah), frente a la Marcona y los Desmayo que necesitan menos horas de frío y por tanto adelantan claramente la floración, con el consiguiente peligro de heladas tardías.
          Tanto si tenemos en cuenta la integral térmica de frío o la de calor, necesarias en cada variedad, la temperatura ambiente para la floración debe oscilar entre los 8º y los 18º. Así las cosas, los problemas de las heladas tardías pueden seguir afectando a pesar de que hayamos elegido variedades de floración tardía, pero siempre el riesgo lógicamente será menor. Hay que tener en cuenta que un fruto recién cuajado puede soportar temperaturas de hasta 3º bajo cero, sin dañarse, durante unos 30-40 minutos; pero si ya empieza el período de crecimiento, en que prácticamente toda la drupa es líquida, sólo soporta 1º bajo cero durante media hora. Sus defensas se van aumentado gracias a la cobertura de las hojas que le protegen y a que el interior va haciéndose más compacto y resiste mejor las heladas.
         Damos a continuación una relación de las heladas que se han producido en nuestra zona desde el año 1956 hasta el 2002:
         En el período del 1956 a 1966, hubo dos años , el 58 y el 66, de heladas tardías con pérdida total de la cosecha; el resto hubo heladas que mermaron la producción menos del 70%, los años 59-60-61-62-63-64 y 65. Los años 1956 y 1957 no hubo ninguna helada con producción del 100%.
         En el período de 1967 a 1977, hubo también dos años, el 67 y el 77, de helada total con cosecha nula. El 68 y el 76 hubo cosecha al 100%, sin ninguna helada. Los años restantes hubo heladas tardías que mermaron las cosechas entre un 30 y un 60%.
         En el período de 1978 a 1988, sólo en 1986 hubo helada total; otros dos años, el 79 y el 80, sufrieron heladas tardías que dejaron la cosecha al 10-15%; el 83 y el 87 fueron años sin heladas tardías con el 100% de producción; el resto soportó alguna helada, que mermó la cosecha menos del 70%.
         En el período del 1989 al 1999 sólo hubo un año de heladas tardías con pérdida total de la cosecha, el 1992. De cosecha al 100% sin ninguna helada, el año 1993. El resto, con heladas tardías que no redujeron la cosecha a menos del 70%.
         Dejo aparte los años 1999-2000-2001 y 2002 en que hubo heladas tardías, que no afectaron la producción de El Pocico, que ya tenía injertadas las variantes de Savannah y Tuono, aunque las producciones fueron muy escasas al tener los árboles sólo 3-4 años de injerto.

 

 

UN PAISANO EN TREVÉLEZ (Segunda parte) Por Roberto Balboa


Bueno queridos amigos, aquí estamos otra vez tratando de compartir con vosotros todo lo concerniente a este pueblo tan querido por mí y que tanta fama ha alcanzado dentro y fuera de nuestras fronteras.
Trevélez es un pueblo blanco de cal que contrasta contra el fondo de las altas montañas que lo rodean presididas por el Mulhacén, donde la luz del cielo brilla con más intensidad que en otros sitios por estar a la altura en la que está; los lugareños tienen a gala que es el pueblo más alto de España y anuncian a bombo y platillo que se encuentra a 1.750 metros sobre el nivel del mar e incluso lo publican en camisetas, mecheros y recuerdos típicos de la zona, pero en honor a la verdad tenemos que decir que sólo está a 1.476 metros.
Una característica muy frecuente son sus calles empinadas y estrechas, posible herencia de su origen árabe, flanqueadas por diminutos balcones repletos de macetas de geranios de todos los colores.
Tras la expulsión de los primeros pobladores pasó de pequeña alquería dependiente de la “tahá” musulmana de Juviles -división administrativa semejante al municipio-, a ser ocupada por cristianos procedentes de Galicia y Castilla.
Las carreteras que conducen hasta Trevélez bordean pronunciados barrancos, ocasión que podemos aprovechar para deleitarnos con los paisajes que se van sucediendo. Pero una cosa si os aconsejaré; ¡cuidado con las curvas!.
Y a propósito de fama, en esta ocasión si os contaré algo más de los celebérrimos jamones de Trevélez, de los que hicimos un simple bosquejo en nuestra primera parte.
Ya os dije que en el año 1862 la Reina Isabel II otorgó el privilegio a la villa de Trevélez de estampar el sello real en el jamón elaborado en la comarca y desde aquella época e incluso desde antes los célebres perniles son curados y secados de la misma manera que en la actualidad lo vienen haciendo.
Nuestro paisano Pedro Antonio de Alarcón ya nos contaba en su viaje a la Alpujarra allá por el año 1.872 de las excelencias de estos famosos jamones y aunque él nunca estuvo en Trevélez bien sabía de su existencia. Suyas son las palabras que siguen:
“Uno de los pueblos del partido judicial de Órgiva es el nunca bien ponderado Trevélez, la tierra clásica de los más típicos y famosos jamones alpujarreños. Tan especiales son los de Trevélez, que, como recordarán los que hayan leído cierto librejo titulado DE MADRID A NÁPOLES, Rossini, el inmortal Rossini, el primer glotón de la glotona Italia, hablaba de ellos con frenético entusiasmo. Creo que es un dato digno de tenerse en cuenta. Por lo demás, la excelencia de estos perniles proviene de que se curan a la ventilación de la nieve; de que los difuntos (me repugna decir los cerdos) se crían en los riscos de la sierra (lo cual hace que su carne esté muy trabajada y enjuta), y de que los asesinatos, o matanzas, se perpetran siempre en jóvenes de corta edad. Por eso sus jamones resultan tan dulces, tan magros y tan chicos”.
Desde aquella época se han mantenido y transmitido los conocimientos y procedimientos artesanales de selección, salado y curación del jamón.
El cerdo se criaba en la zona, se sacrificaba y después se curaba el jamón.
Tras un largo proceso de secado estaba dispuesto para venderse con el sello de la Casa Real que el Ayuntamiento de Trevélez controlaba y vigilaba de manera celosa y que hoy en día exhiben con orgullo.
Hoy en día y gracias a la labor que realiza el Consejo Regulador del Jamón de Trevélez, se sigue manteniendo la calidad y se preserva para su comprobación una etiqueta de color roja que autentifica su procedencia, curación y calidad.
Al jamón de Trevélez se le califica como de los más "dulces", por el escaso grado de salazón que se precisa para que los procesos de secado y maduración se desarrollen sin problemas. En buena parte es debido a los vientos cierzos, provenientes de las altas cumbres de Sierra Nevada.
El experto Antonio Sánchez Belda ya decía: "Los jamones de Trevélez tienen un aroma tan específico y genuino que son fácilmente identificables en las pruebas de cata”.
Los autores del siglo XIX, escribían: "De lo que es un jamón legítimo de Trevélez hay poca gente que tenga idea. No lo prueban más que las personas pudientes de Granada y sus amigos. Es un producto exquisito, superior a toda descripción y a todo encomio y excesivamente caro".
El jamón de Trevélez está oficialmente reconocido como Producto de Calidad por la Junta de Andalucía y tiene otorgada la Denominación Específica que garantiza el origen y la procedencia de dichos jamones.
La Denominación Especifica Jamón de Trevélez, con reglamento aprobado por la Junta de Andalucía en el año 1992, protege la elaboración de jamones en una serie de municipios de la comarca montañosa de las Alpujarras granadinas.
Dicha comarca incluye los términos municipales de Trevélez, Juviles, Busquístar, Pórtugos, La Tahá, Bubión, Capileira y Bérchules, de la provincia de Granada, en industrias situadas a mas de 1.200 metros de altitud.
Los jamones se obtienen de cerdos de las razas Landrace, Large-White y Duroc-Jersey o de sus cruces.
El jamón de Trevélez tiene una forma redondeada, conservando la corteza y la pezuña y su peso final ronda los 8 kilos. No quiere esto decir que no haya jamones más grandes, pero estos ocho kilos se dan como el peso ideal de un jamón que tenga entre 12 y 14 meses de curación.
Recordad siempre que a la hora de comprar un jamón es conveniente que pese más de 7 kilos, ya que si pesa menos os estaréis llevando el peso en el hueso y si pesa más, os estaréis llevando el peso en carne. El hueso de un jamón de 6 kilos pesa lo mismo que el hueso de un jamón de 8 kilos. He ahí la diferencia.
Últimamente también se está presentando cortado en trozos y envasados al vacío para su mejor transporte y mas cómodo consumo.
La selección del jamón empieza cuando está fresco. Las piezas tienen que proceder de un animal hembra o macho castrado, yo prefiero que sea hembra, preferiblemente el jamón debe ser “zocato”, ya que durante su vida el cerdo casi siempre está echado de ese lado y la carne está más trabajada y deben tener un peso mínimo en carne de 11,3 kilos, contar como mínimo con 1,5 cms. de grasa y que tenga un periodo de curación mínimo de doce meses.
Habrá que tener en cuenta también el peso del jamón en carne, ya que cuanto mayor sea este más tiempo de curación deberemos darle.
Aunque los jamones llegan hoy en día a Trevélez en camiones frigoríficos, antes de trabajar sobre ellos se les mide la temperatura interior que no deberá pasar de 1,5 ó 2 grados y si pasan de esa temperatura se meten en cámaras frigoríficas hasta que alcanzan la temperatura adecuada.
El siguiente paso sería pesarlos y marcarlos a fuego.
El pesaje obedece a que la fase de salado irá en consonancia con el peso del jamón; así si un jamón pesa en carne 14 kilos, deberá permanecer enterrado en sal sobre 14 días, o sea, la relación es de un día de sal por cada kilo de peso del jamón.
En cuanto al marcado al fuego, os diré que todos los jamones llevan impreso a fuego en la corteza o en la espalda una serie de tres o cuatro números que identifican la semana y el año en que empezaron a curarse, de tal manera que si nos encontramos con un jamón que tiene grabado 14-01 quiere decir que empezó su curación la semana 14 del año 2001.
Sólo se utiliza sal marina, sin nitrificantes ni aditivos y al finalizar el proceso de curación debe haber tenido una merma (pérdida de peso) del 36%.
Antes y después de meterlos en la sal hay que tratar de sacarles toda la sangre que hubiera podido quedar en las venas del jamón y tras la salazón se les da un baño antes de ponerlos a curar definitivamente.
Hoy en día hay para este menester del sangrado unas máquinas con unos rodillos que hacen este trabajo, pero siempre al final se les da el último repaso a mano. El objeto de este sangrado es que los restos de sangre no puedan estropear la curación del jamón, ya que si dejamos dentro sangre el jamón se puede pudrir.
Cuando el proceso de curación está entre el cuarto y sexto mes aproximadamente, se les da manteca con el objeto de tapar todos los pequeños orificios por donde la mosca pueda picarlos y por tanto estropear el proceso.
Todo el proceso está controlado por los veedores veterinarios que se encargan de ir controlando los jamones que cumplen todos los requisitos para poder comercializarse con el sello de la denominación.
Este proceso natural se puede llevar a cabo por la condiciones climáticas de la zona que permiten mantenerlo poco tiempo en sal, lo que le confiere un sabor suave, muy apreciado por los consumidores, incluso por los que no están familiarizados con el jamón serrano.
Hoy en día los jamones en carne llegan a Trevélez principalmente de la región de Murcia, de Cataluña y de Galicia y como es normal proceden de grandes explotaciones totalmente industrializadas. Es muy difícil ver un jamón que sea de un cerdo criado en Trevélez o alrededores a la antigua usanza; es más, algunas veces el bueno de mi amigo Juan José González, que tiene un secadero en Trevélez, cuando consigue alguno de estos jamones, de un marrano cuya procedencia tiene muy clara y que ha sido criado como antes, enseguida monta una fiesta en la que aparecemos los amigos habituales y casi siempre terminamos dando buena cuenta del jamón.
Ni pata negra, ni recebo, ni nada de nada. Sin duda es el mejor jamón que uno se puede comer, eso sí, si lo encuentras.
Desde hace unos años se está dando el caso también de que traen los célebres jamones de Huelva, los de Jabugo, o como la gente les llama los de pata negra, para que los curen en Trevélez, ya que según dicen salen bastante más exquisitos que los que curan en aquellas serranías.
También traen jamones de recebo para curar en estas alturas por el mismo motivo.
Al tradicional jamón de Jabugo se le suelen dar muchos nombres, por ejemplo: de pata negra, de bellota, ibérico, de recebo y tal vez alguno más que ahora no recuerdo, pero hay diferencias entre cada uno de ellos, ya que es muy fácil confundirlos.
Voy a tratar de explicaros un poco acerca del asunto y dejaros claros algunos conceptos que fácilmente se confunden.
Si decimos jamón de Jabugo sólo nos estaremos refiriendo al sitio donde supuestamente el marrano se crió y donde se curó el jamón, por tanto pienso que es una definición muy pobre, ya que deja en entredicho si es de bellota, o de recebo.
Si decimos jamón ibérico sólo estaremos queriendo decir que es español, criado y curado en la península ibérica y por tanto también nos puede llevar a error. De hecho, todos son ibéricos.
Si decimos de pata negra, tampoco nos estará aportando una solución definitiva, ya que dentro de los pata negra puede haberlos de bellota y de recebo y entre ellos hay una marcada diferencia. Hoy en día un kilo de jamón de bellota en pieza puede costar alrededor de 36 €, mientras que un kilo de jamón de recebo en pieza puede costar alrededor de 18 €.
Si decimos serrano, también nos estaremos refiriendo a que el marrano se crió en la sierra y allí se curó el jamón.
Por todo ello, yo pienso que la mejor definición que podemos dar del jamón sería la siguiente:
De bellota, es el mejor según los entendidos, el más caro y con esa definición tendremos presente que el marrano ha sido criado enteramente hasta su sacrificio con bellotas y como todos sabéis, la alimentación del marrano es uno de los puntos más importantes para que el jamón sea más o menos exquisito.
De recebo, es el que le sigue en calidad y con esa definición tendremos presente que el marrano se alimentó durante su vida en parte con pienso y en parte con bellota.
La manera más fácil para diferenciar un jamón de bellota de uno de recebo es hincarle el dedo en la espalda al jamón. Si el hoyo que le hemos hecho con el dedo se queda hecho sin duda es un jamón de bellota, pero si el hoyo desaparece y la grasa vuelve a su posición normal el jamón es de recebo.
Casero, es el que ha sido criado en el corral con las sobras de la casa y con algún arrimo del huerto y, por supuesto, salado y curado de forma totalmente natural. Yo particularmente es con el que me quedo, pero como ya dije antes pillar uno de estos jamones es casi un milagro.
Serrano, así podríamos definir a aquel jamón de marrano blanco que ha sido criado industrializadamente con pienso. Este es el jamón más comúnmente conocido y más consumido por todos nosotros.
El jamón es la principal fuente de riqueza que tiene Trevélez y es algo que va tan unido al pueblo, que cada vez que oímos el nombre de Trevélez automáticamente pensamos en sus jamones.
Espero que con estas pequeñas nociones estaremos en el futuro más preparados para saber comprar un buen jamón. Por cierto, en el momento de la compra es conveniente pinchar el jamón con una costilla afilada de vaca en varios puntos determinados, ya que así podremos saber a ciencia cierta si el jamón está bueno de comer o no sin necesidad de abrirlo.
Y vamos a tener que ir dejando el tema, ya que esto va a parecer más un tratado del jamón que un viaje y no estoy seguro que os vaya a gustar tanto, como hasta la fecha os han gustado mis viajes.
Por ello, ya he decidido hacer una tercera parte de Trevélez que, si Dios quiere, veréis en el próximo número de la revista, porque pienso que quedan muchas cosas en el tintero por contar y que todas y cada una de ellas merecen la pena.
Espero, como siempre, haberos entretenido y haberos hecho pasar un rato feliz con la lectura de esta segunda parte.
Hasta la próxima.

Vuestro paisano.